Las enfermedades de madera de la vid (EMV) son consecuencia del ataque de un grupo de hongos que se encuentran presentes en las viñas desde hace años, los cuales afectan y colonizan la madera de la viña causando varias patologías.
Entre los síntomas de estas enfermedades, se encuentran la decoloración y necrosis de la madera y la infección del sistema vascular, manchas o clorosis foliares, retraso en la brotación y muerte de yemas, abortos florales, disminución de la productividad de la cepa e incluso la muerte eventual de la misma.
A diferencia de enfermedades como el oídio y el mildiu, el gran desafío para el control de las EMV radica en el periodo de latencia indeterminado de los fitopatógenos que atacan la madera. Esto se traduce en un estado asintomático en la planta que permite el progreso de la enfermedad dentro de la misma, sin señales obvias que permitan al agricultor asumir alguna medida paliativa o de profilaxis.
Algunas familias químicas (triazoles y estrobirulinas) tienen acción fungicida de patógenos de madera de la vid, tanto in vitro como en la protección de la herida de madera. Diferentes formulados a base de cobre o el peróxido de hidrógeno, pueden producir la muerte de algunos fitopatógenos de EMV por acción de choque. Sin embargo, este efecto es poco duradero. La desventaja de los agentes químicos es, que su acción es principalmente de contacto y que, su “sistemia”, cuando la tienen, está limitada en el tiempo. Es importante recordar, que los patógenos asociados a EMV tienen una ventana temporal de infección entre 7 semanas a 4 meses y que una herida de madera en una cepa de vid puede demorar en cicatrizar completamente hasta 12 meses. (Gramaje et al., 2010; Serra et al., 2008)
En los últimos años, el biocontrol de las EMV ha ganado mucha fuerza. Los reportes no se han limitado a la evaluación de productos biológicos a nivel de laboratorio, sino también, en la protección de las heridas de injerto y de poda que son las principales puertas de entrada de los fitpatógenos de yesca, eutipiosis y BDA.
La ventaja de usar microorganismos y derivados botánicos en el control de enfermedades es, que una vez han colonizado la herida en la madera, difícilmente pueden asentarse otros patógenos. Entre los más testados, están los hongos del género Trichoderma sp. Además de un efecto protector a más largo plazo que los agentes químicos, con este tipo de control, la aparición de resistencias en los patógenos es prácticamente nula.