Así, en aquellos suelos que se caracterizan por un elevado nivel de salinidad, este aspecto influye negativamente en cuanto a un incremento de su conductividad, dificultando la capacidad de la planta para realizar sus procesos naturales de absorción de agua y nutrientes, además de contribuir a la desestructuración del suelo debido a la saturación de sus componentes arcillosos.
Cuando esto ocurre, el azufre elemental se convierte en un elemento esencial para contribuir a que el suelo recupere, de una forma totalmente natural, unas condiciones ideales para el desarrollo de los cultivos.
La acción de las tiobacterias presentes en el suelo sobre la aplicación de azufre elemental realizada favorece su transformación natural en protones de hidrógeno e iones de sulfato, que en contacto con el sodio y el cloruro de las sales del suelo las transforma en dos compuestos altamente solubles, como son el ácido clorhídrico y el sulfato sódico.
Esta reacción resulta fundamental para facilitar el lavado de las sales del suelo y la reducción de su conductividad eléctrica, esencial para incrementar la capacidad natural de las plantas para la absorción de los nutrientes presentes en el suelo, que se encuentra bloqueada en un entorno marcado por una salinidad y conductividad excesiva.